Un año pasó de la muerte de Alfonsín, y más allá de que el período fue corto, pareciera que fue ayer cuando lo velaban en Congreso. Me refiero a esto porque los medios de comunicación volvieron a inundar las pantallas, las páginas y los espacios en radios homenajeando al ex presidente.
La figura de Alfonsín por más discutida que sea, hoy representa desde lo simbólico la ausencia, la vacante que existe de un líder. Las sociedades suelen construirlos y los depositan en el sillón de Rivadavia.
Me pregunto desde hace un tiempo, ¿quién será nuestro próximo líder?, ¿tendrá la suficiente capacidad de redireccionar al país?, ¿llegará y dará otro cambio de timón?, ¿cuándo llegará el proceso de continuidad política para construir un modelo de país a largo plazo?
¿Sembrará Alfonsín en los actuales dirigentes interrogantes que despierten su reflexión?