viernes, 2 de noviembre de 2012

“Me da más miedo subir la escalera que rendir un parcial”


La entrevistada nos deja un mensaje de optimismo a pesar de las adversidades que se nos pueden presentar. Luego de un accidente y haber estado un mes internada en coma 4, se recuperó, salió adelante y actualmente estudia Historia.
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Magdalena Cufré tiene 40 años, es oriunda de General Daniel Cerri y un accidente en moto, el martes 13 de marzo del 2000 en las intersecciones de Paroissien y Humboldt, le cambió la vida.

“Me corrió un pero a mitad de cuadra, un rottweiler, aceleré muchísimo y cuando llegué a la esquina un auto me chocó”, agregó la entrevistada.
Magdalena Iba sin casco, a raíz de la colisión estuvo 30 días internada en coma 4, en el Hospital Español, y posteriormente contrajo secuelas que la afectaron el  hemisferio derecho, una parálisis en la mitad de su cuerpo.
“Perdí equilibrio, se me corrió el eje que me permitía tener estabilidad, por eso uso bastón”, nos compartió.
Volver a empezar. “Me desperté una mañana y era otra tipa, estaba en la casa de mi cuñada, no recuerdo haber estado nunca en el hospital”, sostuvo.
“Lo positivo es que en mayo ya caminaba, soy muy luchadora, con prótesis y bastón pero ya caminaba, estar en la silla de rueda para mi era estar muerta. Aunque borré muchos recuerdos, principalmente el de lasilla de ruedas”.
Otras consecuencias que sufrió, fue la pérdida de memoria, la zona afectada fue el hipocampo  y no podía almacenar memoria a corto plazo.

Símbolo de la lucha y el esfuerzo. “Magui” como así la apodan sus más allegados, nos cuenta que también estudió abogacía en la Universidad Nacional del Sur luego del accidente, aunque como no podía almacenar tanta información producto de lo reciente de la lesión dejó la carrera. Luego probó con el Profesorado en Letras, también en la misma casa de estudios, y tampoco le convenció, pero esa experiencia le permitió darse cuenta como quienes sufren dificultadas motoras para desplazarse, no son considerados muchas veces en nuestra sociedad. Si bien la dependencia de la UNS en Alem está en condiciones, tanto para trasladarse a las instalaciones de 12 de Octubre y San Juán o en Palihue se veía impedida de legar con normalidad al aula.

“Por tales trabas decidí abandonar, he estado hasta una hora esperando que me vengan a buscar al 5° piso de la Universidad para bajar por la escalera porque el ascensor llegaba sólo hasta el 3° piso en aquel momento. Llorando bajaba con mucha angustia”.
Luego empezó con Magisterio en el Avanza, pero una de las amigas que la acompañaba en el estudio abandonó y se quedó sin un pilar fundamental. Actualmente estudia el Profesorado en Historia en la misma institución.
“Uno debe buscar la perfección como hacían los griegos, tal como vimos en la clase de filosofía”, apunta la estudiante que se traslada todos los días en colectivo desde Cerri hacia el centro de Bahía Blanca.
En el Instituto Julio Cesar Avanza también hay defectos edilicios. La escalera es de mármol, no tiene baranda y es peligrosa. “Me da más miedo subir la escalera que rendir un parcial por los riesgos que existen, de hecho el otro día casi me caigo”, nos explicaba Magdalena.
También agregó: “Ahora no sólo vamos a solicitar una baranda para la escalera, si no que se pueda tramitar la instalación de un ascensor, porque alguien que se moviliza en silla de ruedas se ve impedido de acceder a la institución. Aunque hay muchas trabas, ya que por ser considerado el instituto un monumento histórico no se pueden hacer tales modificaciones, eso condiciona tales pedidos”.
Magdalena se pregunta, “¿Quiénes son más importantes los monumentos o las personas?”
Sobre el cierre de la charla, la entrevistada nos dejó un mensaje para compartir:
 “Ahora que está en boga el tema de la inclusión no debemos autoexcluirnos, debemos quejarnos sobre aquellos derechos que no se nos otorgan, porque hay leyes que nos amparan. Debemos hacernos visibles, ya que por mucho tiempo fuimos invisibles”.

lunes, 6 de febrero de 2012

Lic. Marcelo Lambertuchi, Kinesiólogo del Instituto Cinesis

“En los tratamientos lo más importante es mantener la constancia y evitar las ansiedades”

El Instituto CINESIS realiza semanalmente tratamiento a 150 niños. Cesiones de kinesiología, fisioterapia, terapia ocupacional, fonoaudiología, psicopedagogía, reeducación postural y estimulación visual son brindadas con la premisa de mejorar la calidad de vida a cada paciente.

Arribamos a Roca 471 donde se encuentra el Instituto CINESIS. Sin Diferencia tuvo acceso al interior del mismo, y dialogamos con Marcelo Lambertuchi quien nos compartió acerca de su trabajo cotidiano, y su profesión…

Algunos datos. Marcelo Lambertuchi tiene 39 años, nació en Leones, un pueblo situado a 250 km de Córdoba Capital, estudió en la Universidad Nacional de aquella ciudad. En 1994 ingresó a trabajar en el Sanatorio Allende de Córdoba, en la unidad de Neurorehabilitación. En 1998 llegó a Bahía Blanca y de ahí en más comenzó su peregrinar por la ciudad abocado a su trabajo.

¿Por qué motivos llegaste a Bahía Blanca?

Vine a Bahía Blanca porque me avisaron que había un llamado a concurso en el Hospital Naval, y que necesitaban kinesiólogo. Estudié en Córdoba la Licenciatura en kinesiología y Fisioterapia y me vine para concursar.

¿Por qué estudiaste kinesiología?

Era deportista y quería seguir conectado con el deporte. Hasta que surgió una bacante en el área de neurorehabilitación para empezar una residencia y me interesó porque no sabía de qué se trataba. En la residencia en aquel momento compartía con traumatología.

Cuando llegás a Bahía Blanca, ¿Dónde comenzás a trabajar?

En Septiembre de 1998 llego a la ciudad. En ese momento, tenía que tramitar papeles por la matrícula, y la delegada del colegio de kinesiólogos trabajaba con chicos discapacitados. Ahí me ofrece ir a trabajar con ella. También en paralelo trabajaba en el Hospital Naval. Y posteriormente surgió lo del presente, con mi socia actual Lorena Aparicio, de comenzar con lo que hoy conocen como Instituto Cinesis en 2009. Al tener pacientes en común emprendimos esto.

¿Cuántos chicos atienden aproximadamente?

Atendemos 150, son tratamientos a largo plazo, prolongados, depende de la problemática y de la historia con la que viene el nene, generalmente son 2 o 3 veces por semana que se atienden los chicos.

¿A qué edad empiezan a tratar a los nenes?

Depende de la patología o rapidez con la que se diagnostica, cuanto más rápido se diagnostica mejor. A veces el nene ya llega con complicaciones posterior al parto, entonces es más fácil detectar algún problema. Cuando pasa desapercibido, se detecta con los controles rutinarios al pediatra y llega un tanto más tarde la atención. La edad de inicio promedio de atención oscila de 6 a 9 meses. Aunque ahora tenemos 4 o 5 nenes de dos meses de vida.

¿Qué tipo de problemáticas atienden?

La mayoría de los pacientes que atendemos poseen parálisis cerebral. Dentro de la parálisis cerebral existen diversas formas acerca de cómo puede ser afectado el cuerpo. En la distribución topográfica puede haber trastornos audios visuales, auditivos, cognitivos, hay combinaciones simples o severas.

¿Con qué personal cuentan?

Cinco kinesiólogos, tres terapistas ocupacionales, dos psicopedagogas, dos fonoaudiólogas, una estimuladora visual, y una psicóloga. Atendemos también síndrome de down, trastornos genéticos, distrofias musculares, atrofias espinales, en sí enfermedades que generen discapacidad motriz e intelectual. También hay pacientes de integración sensorial, lo que les genera un déficit, no es marcado, es por como incorpora sensorialmente, puede provocar problemas de conducta o de atención. No es un problema estructural como distrofia muscular por ejemplo.

¿Cómo llegan las familias a la hora de tener que empezar con los tratamientos?

Las familias llegan con muchas expectativas. Es complejo el tema cuando no saben previamente el diagnóstico, y nosotros no somos los encargados de dárselo. Primero los padres deben estar interiorizados acerca de lo que requiere la problemática. El pediatra debería derivarlo al neurólogo, al especialista y después los padres deberían llegar aquí para que apliquemos el tratamiento. Con algunos padres podemos hablar tranquilamente, a veces lo hacemos de forma paulatina, y a nivel psicológico lo manejan como pueden, hay quienes lo aceptan y quienes niegan rotundamente.

¿Qué les recomiendan a los padres a la hora de comenzar con los tratamientos?

Se les da pautas de trabajo para la casa. Lo que si no se les da es un pronóstico, porque no sabemos cual va a ser el techo, no se puede saber la evolución que el niño va a tener, aunque existen muchísimas ansiedades. Lo más difícil es manejar la incertidumbre, como va a ir, hasta donde va a llegar, porque no se sabe como va a estar el nene, ni como va a responder. Por ejemplo en las parálisis cerebral, en los recién nacidos el sistema nervioso central está aún inmaduro, no terminó de desarrollarse, hay que ver como madura el sistema y que podemos darle en el medio.

¿Existe tiempo estimativo de cuánto dura un tratamiento?

Son a largo plazo, en primer lugar hay que comprometerse, hay que mejorar la calidad de vida. No son recomendables los parates, la constancia es fundamental, tanto la del paciente como la del equipo médico, no se pueden anular turnos continuamente. Hay que graduar las energías, porque a veces los papás quieren venir todos los días al principio, pero eso a la larga afecta la constancia, sea con nosotros u otros especialistas, después se cansan.

¿Qué es lo qué motiva del trabajo cotidiano?

Nunca me lo pregunté a nivel personal ni nunca lo tratamos a nivel grupo esta pregunta. Debe ser por la vorágine en la que estamos inmersos, pero el hecho de poder ser útil y lograr al menos algunos cambios mínimos en los nenes resulta placentero y positivo. Va por el lado del servicio que realizamos lo que a uno lo motiva.

Nota: Danilo Belloni