La
entrevistada nos deja un mensaje de optimismo a pesar de las adversidades que
se nos pueden presentar. Luego de un accidente y haber estado un mes internada
en coma 4, se recuperó, salió adelante y actualmente estudia Historia.
Magdalena Cufré tiene 40 años, es
oriunda de General Daniel Cerri y un accidente en moto, el martes 13 de marzo
del 2000 en las intersecciones de Paroissien y Humboldt, le cambió la vida.
“Me
corrió un pero a mitad de cuadra, un rottweiler, aceleré muchísimo y cuando
llegué a la esquina un auto me chocó”, agregó la entrevistada.
Magdalena Iba sin casco, a raíz de la
colisión estuvo 30 días internada en coma 4, en el Hospital Español, y posteriormente
contrajo secuelas que la afectaron el
hemisferio derecho, una parálisis en la mitad de su cuerpo.
“Perdí equilibrio, se me corrió el eje que
me permitía tener estabilidad, por eso uso bastón”, nos
compartió.
Volver
a empezar. “Me desperté una
mañana y era otra tipa, estaba en la casa de mi cuñada, no recuerdo haber
estado nunca en el hospital”, sostuvo.
“Lo
positivo es que en mayo ya caminaba, soy muy luchadora, con prótesis y bastón
pero ya caminaba, estar en la silla de rueda para mi era estar muerta. Aunque borré
muchos recuerdos, principalmente el de lasilla de ruedas”.
Otras consecuencias que sufrió, fue la
pérdida de memoria, la zona afectada fue el hipocampo y no podía almacenar memoria a corto plazo.
Símbolo
de la lucha y el esfuerzo. “Magui” como así la apodan sus más
allegados, nos cuenta que también estudió abogacía en la Universidad Nacional
del Sur luego del accidente, aunque como no podía almacenar tanta información
producto de lo reciente de la lesión dejó la carrera. Luego probó con el
Profesorado en Letras, también en la misma casa de estudios, y tampoco le
convenció, pero esa experiencia le permitió darse cuenta como quienes sufren
dificultadas motoras para desplazarse, no son considerados muchas veces en nuestra
sociedad. Si bien la dependencia de la UNS en Alem está en condiciones, tanto
para trasladarse a las instalaciones de 12 de Octubre y San Juán o en Palihue
se veía impedida de legar con normalidad al aula.
“Por tales trabas decidí abandonar, he estado
hasta una hora esperando que me vengan a buscar al 5° piso de la Universidad
para bajar por la escalera porque el ascensor llegaba sólo hasta el 3° piso en
aquel momento. Llorando bajaba con mucha angustia”.
Luego
empezó con Magisterio en el Avanza, pero una de las amigas que la acompañaba en
el estudio abandonó y se quedó sin un pilar fundamental. Actualmente estudia el
Profesorado en Historia en la misma institución.
“Uno debe buscar la perfección como
hacían los griegos, tal como vimos en la clase de filosofía”,
apunta la estudiante que se traslada todos los días en colectivo desde Cerri
hacia el centro de Bahía Blanca.
En
el Instituto Julio Cesar Avanza también hay defectos edilicios. La escalera es
de mármol, no tiene baranda y es peligrosa.
“Me da más miedo subir la escalera que rendir un parcial por los riesgos que
existen, de hecho el otro día casi me caigo”, nos explicaba Magdalena.
También
agregó: “Ahora no sólo vamos a solicitar
una baranda para la escalera, si no que se pueda tramitar la instalación de un
ascensor, porque alguien que se moviliza en silla de ruedas se ve impedido de
acceder a la institución. Aunque hay muchas trabas, ya que por ser considerado
el instituto un monumento histórico no se pueden hacer tales modificaciones, eso
condiciona tales pedidos”.
Magdalena
se pregunta, “¿Quiénes son más
importantes los monumentos o las personas?”
Sobre
el cierre de la charla, la entrevistada nos dejó un mensaje para compartir:
“Ahora que está en boga el tema de la
inclusión no debemos autoexcluirnos, debemos quejarnos sobre aquellos derechos
que no se nos otorgan, porque hay leyes que nos amparan. Debemos hacernos
visibles, ya que por mucho tiempo fuimos invisibles”.
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