lunes, 1 de febrero de 2010

De psicólogo en el colectivo

Mis amigos me suelen cargar porque dicen que me caracterizo por charlar con cualquiera. Y seguramente tengan razón. Pero siempre les dejo en claro que generalmente son circunstanciales esas charlas.


Estaba esperando el colectivo en una de las principales calles céntricas de la ciudad, y de pronto se me acerca un hombre, de unos 55 años, susurrándome al oído acerca de su mal humor por la espera eterna a una de las unidades de Plaza. Tema ya clásico para la ciudadanía, de hecho he publicado alguna vez acerca de las situaciones que cotidianamente atraviesa un bahiense en el transporte público de pasajeros.


Rubén, desde que le devolví la pared no paró de hablarme. Me contó absolutamente de todo...cuestiones de su vida privada que hasta uno imagina que son difíciles de asimilar para un hombre de antaño.

En síntesis, me comentó que su mujer lo engaño en su pueblo natal con su vecino que vivía a la vuelta de su casa. Por lo tanto decidió mudarse a Bahía Blanca. "Fue una patada a las b..." , señaló el hombre.


"Así que decidí ir a un grupo de Iglesia porque me encontraba mal". "La verdad me hizo muy bien" sentenció.


"Hace poco encontré una compañera, tengo una novia más joven que yo, no le debo ninguna explicación a nadie"


"Bueno pibe me tengo que bajar acá, chau un gusto"



Esas frases resumieron el monólogo de Rubén, seguramente necesitaba una oreja. Por lo pronto a mí me amenizó el viaje en el carro de PLAZA.



1 comentario:

AEZ dijo...

Ojo, por ahí es una nueva estrategia de márketing de Plaza: te ponen alguien para amenizar el viaje así te olvidás de putear contra el servicio...